Desmontando los 4 grandes mitos sobre los secadores de manos eléctricos
En mis más de 20 años como trabajador de Mediclinics (primero como director de calidad y ahora como director de marketing) he tenido el placer de formar a muchos de nuestros clientes sobre las características principales de nuestros productos. En la mayoría de todas estas acciones formativas suelen aparecer una serie de preguntas recurrentes a cerca de los secadores de manos eléctricos de aire caliente. Es lo que yo llamo los 4 grandes mitos de los secamanos.
Pero vayamos por partes: ¿Qué entendemos por “mito” en nuestro caso? Muy fácil: un mito es una falsa creencia sobre algo. Por ejemplo: “Escuchar a Mozart nos hace más inteligentes”.
Desde el año 1993 algunas personas creían que los bebés menores de tres años que escucharan el primer movimiento de la Sonata para dos pianos en re mayor, K. 448, del genial compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart verían más desarrolladas capacidades intelectuales tales como el razonamiento espacial. Esa creencia (bautizada como efecto Mozart) se fundamentaba en un artículo publicado ese mismo año en la revista Nature por la psicóloga estadounidense Frances H. Rauscher. Esta teoría fue rotundamente desmentida por una rigurosa investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Viena y publicada en la revista Intelligence, No obstante esto no quita que escuchar a Mozart esté bien y sea todo un placer para nuestros oídos, ¡sólo faltaría!.
Una vez explicado lo que es un mito entro de lleno a contaros, a continuación, en qué consisten estos 4 mitos falsos sobre los secadores de manos:
Mito número 1:Los secadores de manos esparcen gérmenes.
Si recordáis, en el artículo del 20/01/2021 “7 razones que avalan el uso de los secadores de manos eléctricos en tiempos de Covid-19”os explicábamos que organismos mundiales de referencia en materia de salud, como la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), el hospital Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos de América o el propio Centro Europeo para la Prevención y el Control de las enfermedades (ECDC) avalan el uso de los secadores de manos eléctricos como método seguro, desde el punto de vista de la higiene, para secarse las manos.
Este apoyo, por parte de estas instituciones de renombre, no es gratuito ni interesado. Se basa en hechos científicos probados y también en las últimas innovaciones tecnológicas aplicadas a los secamanos eléctricos que hacen que estos no sean focos de diseminación de gérmenes. Estoy hablando, por ejemplo, de filtros HEPA que filtran la mayoría de las partículas microscópicas que pueden ser dañinas para el cuerpo humano y de los cuales hablamos en nuestro post publicado el 10/09/20: “¿Son los filtros HEPA una solución segura para el COVID-19?”. También estoy hablando de ionizadores (ver nuestro post del 24/03/20: “Filtros HEPA y secadores de manos ¿necesitamos algo más?”) que son capaces de purificar el aire del cuarto de baño a través de la emisión de iones negativos. Y también estoy hablando de aditivos antimicrobianos incorporados en las zonas más críticas de los secamanos (zonas que pueden estar en contacto directo con las manos del usuario) y que evitan el crecimiento de virus, bacterias y hongos, dañinos para la salud humana en la superficie del secamanos. En otras palabras: que nos protegen al evitar la contaminación cruzada por contacto.
Mito número 2: los secadores de manos no son eficientes desde el punto de vista energético.
No hace mucho, concretamente a finales de mayo de 2022, os explicábamos en el post “¿Por qué debes coger la calculadora para secarte las manos en un baño público?” cómo Juan Yuste, facility manager de un gran centro comercial de Madrid, optimizó sus costes de explotación substituyendo los dispensadores de papel por secadores de manos de última generación. Os mostramos, a través de un ejemplo numérico, que los costes derivados del uso de los secamanos eran 10 veces menores que cuando se utilizaba sólo papel, y eso a pesar de que por esa época el coste de la energía eléctrica estaba desbocado y por las nubes.
Pero no solamente el ahorro energético respecto al uso de papel es sustancial. Otros aspectos como el respeto por el medio ambiente, la sostenibilidad o la propia higiene hacen de los secadores de manos eléctricos, el método de secado de las manos más eficiente en un baño público. Esto lo vimos, también de la mano de Juan Yuste, en nuestro post: ¿Por qué los secadores de manos eléctricos son la mejor solución para secarse las manos en los centros comerciales?.
Mito número 3: los secadores de manos no secan y queman nuestras manos.
¿Qué ocurre cuando los secamanos se diseñan con motores de baja velocidad y con resistencias calefactoras de elevada potencia (entre 2.000 y 2.700W)? La respuesta es fácil: el tiempo de secado de las manos es alto (entre 35 y 50 segundos) y el aire sale a una temperatura bastante elevada que incluso llega a quemar las manos. Así era como todos los fabricantes de secadores de manos fabricábamos nuestros equipos en el pasado. Antiguamente creíamos que lo que secaba las manos era el calor proporcionado por la resistencia calefactora y el motor lo único que tenía que hacer era generar un flujo de aire que mantuviese esa elevada temperatura a la salida. De ese modo las manos se secarían por el calor. Con el tiempo descubrimos que esto no era exactamente así y lo que realmente secaba las manos en pocos segundos era un chorro de aire concentrado y de alta velocidad. La temperatura del aire no importaba o importaba muy poco.
Vimos que un secado rápido y sin sensación de calor excesivo se conseguía con motores de alta velocidad y con salidas de aire estrechas que focalizaban exclusivamente el aire sobre las manos. Por este motivo se pasó a trabajar con este tipo de motores y dejamos de ensamblar resistencias o las que montábamos eran solo para el confort (para que el aire no fuese tan frío), y de bajo consumo. Ahora si que podíamos decir que los secadores de manos secaban y que no quemaban.
Además, con la aplicación de estas medidas también conseguíamos rebajar a la mitad o más los consumos eléctricos de los secamanos. Hemos pasado de consumos de casi 2.300W (Resistencia calefactora 2.000W + Motor 300W) a consumos de 1.100W (Resistencia calefactora 200W + Motor 900W), o incluso menores. Con estas máquinas de última generación hemos conseguido, por tanto, reducir los consumos energéticos y secar las manos realmente, de forma eficiente, en un tiempo 3 veces inferior.
Mito número 4: los secadores de manos son ruidosos
Me he guardado este mito para el final porque tengo muy pocos argumentos para defenderlo, aunque creo que algo podré hacer al respecto. Es evidente que el uso de un secador de manos es mucho más ruidoso que el uso de papel toalla. No, eso no lo negaré, pero también os diré que es el problema de cualquier fabricante de secamanos eléctricos y de cualquier secador por aire de última generación. No obstante, dentro de un baño público hay otros factores que también alteran la paz del lugar. Estoy hablando, por ejemplo, del hecho de tirar de la cadena del inodoro. No me negaréis que también estamos delante de una acción de contaminación acústica importante y de la que nadie se queja porque todos la tenemos asumida e interiorizada de toda la vida. Ahí lo dejo…
Por otro lado, si queremos que los secadores de manos sean realmente eficientes y rápidos a la hora de secarnos nuestras manos, tal y como hemos visto en el mito número 3, no tenemos más remedio que diseñar nuestros equipos con motores de alta velocidad y con salidas de aire lo más estranguladas posible. El objetivo no es otro que crear un importante chorro de aire concentrado, de alta velocidad, que seque de verdad las manos en muy poco tiempo (entre 8 y 15 segundos como máximo). Esto hace que se genere, inevitablemente, un cierto ruido que puede resultar un tanto molesto (cómo cuando tiramos de la cadena del inodoro). No obstante, desde Mediclinics intentamos siempre minimizar este problema de la presión acústica, dando la oportunidad de regular la velocidad del motor (y por tanto de regular el ruido y el consumo energético) a través de un potenciómetro regulable integrado en la placa electrónica de control. Con esta medida conseguimos niveles acústicos de entre 67 y 74 dBA en nuestros secamanos que son de los más bajos del mercado.
Voy finalizando, porque creo que estoy abusando un poco de vuestra paciencia, diciéndoos tan sólo que la idea de desmitificar estas creencias sobre nuestros secadores de manos, que están muy alejadas de la realidad, supone un placer para mí, ya que me permite evidenciar los atributos reales de nuestras máquinas de una forma contundente y evidente, y que también me ayuda mucho a plantear de una forma mucho más didáctica mis acciones formativas a todos nuestros clientes.
Germán Muñoz
Director de Marketing
Mediclinics S,A